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El estado de los medios del Estado

Por Ana Cecilia Terrazas (@anterrazas)

Publicado por Animal Político, enero 24, 2019

A los medios públicos, en los tiempos que vienen, habrá que observarlos y escucharlos de cerca porque, por lo pronto, el anuncio este miércoles 23 de enero sobre cómo se conciben y quiénes los dirigirán, en voz del propio presidente, arroja una lupa sobre el quehacer de esta disímbola familia de frecuencias.

Se trata de más de 50 estaciones en total (o muchas más tal vez) entre las del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), las del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), Radio Educación, Canal 11, Canal 22, y las que se vayan adhiriendo a los trabajos organizados por el primero.

De los discursos surgen señales buenas, otras algo confusas y retos importantes.

Primero las buenas

Reconocer la relevancia del papel de los medios públicos en países democráticos (se asume hay plena conciencia del valor que tienen mientras sean creíbles y abonen en la legitimidad del Estado).

El “compromiso público de no castigar con falta de apoyo a los opositores… porque eso está mal”(1), indicaría la apertura a una sana crítica desde estos medios.

Jenaro Villamil, quien ahora estará a cargo -si lo ratifica el Senado- del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (hoy SPR, antes el polémico OPMA) aseguró los medios no serán “de gobierno” y además reconoció se respetará la biografía de cada uno.

Lo confuso apalabrado

Los verbos coordinar, armonizar y orientar, vinculados a la labor informativa, noticiosa o periodística desde comunicación social de la Presidencia, históricamente encienden alarmas e indican habrá que sortear la tentación de la línea.

Respecto de otro dicho, habría que abundar o ampliar los sentidos sobre la siguiente frase del presidente Andrés Manuel: “En la época de los liberales se decía que la prensa se controlaba con la prensa, ahora con más razón”.

Otro lance nebuloso es la respuesta a una pregunta respecto del desempleo entre periodistas: “… se procurará que no les falte trabajo… quien me ayuda a coordinar toda esta política de comunicación es Jesús Ramírez, él va a seguir apoyándonos, con él se puede establecer comunicación y ver que en los espacios que pueda haber en los medios públicos se vayan contratando a trabajadores de los medios de información”.

Primeros retos a la vista

Habrá que hacer televisión y radio con poco dinero y dignísima calidad, así como producir con menos personal que antes y más ganas.

También habrá que detectar lo valioso de la historia de cada medio y rescatarlo o darle continuidad, incluyendo las figuras que ya se tenían, como órganos colegiados para la toma de decisiones editoriales o programáticas, códigos de ética acordes con los dilemas que enfrenta cada medio, figuras de defensoría o mediación independientes y no designadas solamente por dedazos, emisoras abiertas totalmente a otras lógicas como lo fue la Radio Ciudadana en el IMER, en fin.

Por otra parte, habrá que hacer un permanente malabarismo en términos de las indicaciones o deseos de comunicación social de la Presidencia y las propuestas informativas propias de cada medio dirigido ahora por periodistas con prestigio de años, basado en un trabajo defensor de la sana denuncia, la justa demanda de respuesta y la clara explicación.

La magnífica noticia es que, los medios públicos son muy fáciles de auditar en términos de sus contenidos (independientes, críticos, éticos, culturales, de calidad); basta ponerles mucha atención, escucharlos con los ojos y pensarlos con los oídos.

* Ana Cecilia Terrazas es maestra en Teoría Crítica y Directora General de editoraslosmiércoles.

(1) tomado de https://www.gob.mx/presidencia/prensa/independencia-libertad-y-plena-autonomia-sellos-del-nuevo-sistema-publico-de-radiodifusion-del-estado-mexicano-afirma-presidente

¿Para qué sirven los medios públicos?

Por Ana Cecilia Terrazas

Publicado por Animal Político, noviembre 20, 2018

Los medios de comunicación –sobre todo los tradicionales como radio, televisión y prensa escrita– se ocupan de informar, entretener, divertir, interesar, escandalizar, apasionar o aburrir al gran público.

Para los dueños de medios comerciales de comunicación estos funcionan llanamente como negocio y su desempeño depende de qué tan bien o mal vendan productos, ideas, influencias, relaciones públicas, mensajes, liderazgo de opinión, respuestas, propuestas, distracciones, espacios publicitarios.

Tradicionalmente, en México los medios de gobierno, federal o locales, se consideran vocerías de casa para repetir incondicionalmente las posturas oficiales. Si bien con el paso de los años se ha intentado –en los hechos, en impulsos y en la ley– reconocer su independencia, así como la credibilidad y legitimidad que aportan al Estado, la verdad es que esto último no acaba de entenderse en las esferas del poder político.

Los muy meritorios –y algunos altamente prestigiados– medios sociales, comunitarios e indígenas, vinculados a universidades y comunidades específicas, también han ganado personalidad jurídica y reconocimiento, posibilitan conversaciones necesarias y particulares, aunque todavía algunos no encuentran cómo ser financieramente sostenibles.

Los teóricos de la Comunicación, especializados en medios, saben bien que el gran interés de estos radica en su condición de ser mediadores a la vez de estar mediados. Es decir, hallan en la comunicación mediática el más complejo y fascinante objeto de estudio por ser tan indeterminada como lo es la comunicación humana.

Para los no especialistas no es tan fácil entender para qué sirven los medios públicos y menos lo es comprender que pudieran no ofrecer, en estricto sentido, un servicio, al no ser instrumentos para cumplir con un fin.

Si los medios públicos de comunicación son teóricamente resonancias distintas, transparentes y éticas, que hablan para y desde alguna voz de nuestras comunidades, sin el propósito único ni homogéneo de vender (productos, ideologías, formas de gobierno), se han convertido obviamente en baluarte de los académicos, comunicadores y periodistas independientes.

Así ayer, los agremiados de la Asociación Mexicana de Derechos a la Información (AMEDI) previnieron en comunicado sobre el retroceso inminente para los medios públicos si el Senado determinara que la Secretaría de Gobernación (SEGOB) se encargara “de proveer el servicio de radiodifusión pública digital a nivel nacional”, pues dijeron, “la SEGOB no debería tener injerencia en la regulación de los medios de comunicación y mucho menos ser operadora de estaciones de radio o televisión”.

El ser y quehacer de los medios públicos de comunicación es absolutamente vital para una democracia moderna, pero su oferta no se subordina a las lógicas de consumo, de mercado, de la fama, ni al control gubernamental o a la mercadotecnia política. Tampoco sirven o debieran servir para la mensajería homogénea ni de propaganda.

En otros países ha costado trabajo comprenderlos y mantenerlos, pero ahí están de pie, respaldados por su historia, contra los embates de censura y aprendiendo de sus propios errores, la inglesa British Broadcasting Corporation (BBC) y la alemana Deutsche Welle, líderes en autorregulación, capacidad de crítica y autocrítica.

Los medios públicos de comunicación, con sus muy variadas identidades y personalidades (los universitarios, los comunitarios, las radios, las televisoras, los sistemas públicos) se ocupan de las minorías, de lo que no necesariamente beneficia a un solo amo u objetivo definido.

Acaso, de trabajar para algo, los medios públicos de comunicación captan la atención de las periferias, se extravían en los márgenes, atienden a lo excéntrico y a lo abandonado. Eluden la palabra éxito y quizá también esa acepción utilitaria de servicio. Dice el filósofo crítico español, Alberto Moreira, que hay una diferencia entre el éxito, el cual se mide y el logro, que es una forma superior de juego y no se mide.

* Ana Cecilia Terrazas es exdirectora del Instituto Mexicano de la Radio y maestra en Teoría Crítica.